domingo, 23 de septiembre de 2018

El árbol de los pañuelos 
Escritor Julio Escoto


Ésta es una de las frases que define uno de los principales temas de El árbol de los pañuelos (1972), novela del narrador y ensayista hondureño Julio Escoto (1944). El tema de la identidad ha sido preocupación recurrente en todos los ámbitos de la cultura latinoamericana.


Julio Escoto 

 Historiadores, filósofos y literatos han tratado de explicar el ser latinoamericano a través de la búsqueda de sus propias raíces, de sus mestizajes culturales. Ésa ha sido también una tarea de Escoto a lo largo de toda su obra literaria.

El árbol de los pañuelos está basada en el argumento de la novela del hondureño Ramón Amaya Amador (1916-1966) Los brujos de Ilamatepeque(1958), donde se narra la historia de los hermanos Cipriano y Doroteo Cano, dos ex soldados del unionista centroamericano Francisco Morazán, que luego de la muerte del héroe regresan a Ilama, su pueblo, para retomar el proyecto ideológico del derrotado héroe. Estas ideas chocan con dos sectores poderosos: la iglesia y las autoridades municipales, quienes acusan de brujos a los hermanos hasta lograr que éstos sean juzgados, condenados y fusilados en medio de la furia de una población fácilmente manipulada.

Escoto ubica su narración veintitrés años más tarde de este suceso, cuando Balam Cano, hijo póstumo de Cipriano y Eulalia, regresa a Ilama, convertido ya en un pueblo fantasmal, con la idea de vengar la muerte de su padre. La asignación del nombre Balam (‘brujo’ en maya) al hijo de Cipriano no resulta nada gratuita, pues de ese nombre procede el principal elemento problematizador de la novela. La búsqueda de venganza de Balam se va a convertir finalmente en su propia búsqueda a partir de ese ser en constante contradicción de sus dos procedencias (El Balam brujo, indígena; y el Cano, español). En este sentido, resulta también alegórico el énfasis que hace el narrador en la vocación cristiana de Eulalia y la cualidad de brujo de Balam, lo cual plantea un conflicto latente de carácter no solamente religioso, sino histórico-cultural. De hecho, vale señalar que Ilama pertenece a la zona de Honduras donde hubo mayor asentamiento indígena y donde los españoles a través de la evangelización y la colonización ejercieron una fuerte influencia.